La importancia de ser una cooperativa: un líder del comercio justo reflexiona sobre el COVID-19
por Phyllis (Felicia) Robinson,16 de abril de 2020 | Traducido del inglés por SPP Global
En estos días la mayoría estamos aprendiendo a vivir con incertidumbre. Lo que pudo haber sido cierto la semana pasada, o incluso ayer, no es necesariamente la realidad de hoy. El estado de nuestra salud, el empleo y la economía, pasando por nuestro conocimiento del coronavirus, la respuesta de nuestro gobierno y las medidas que deberíamos adoptar: todo ha sido y sigue cambiando a un ritmo sorprendente.
Vivir con incertidumbre y los factores que están fuera de nuestro control no es nada nuevo para los pequeños productores y las cooperativas de pequeños productores. Las fluctuaciones de los precios, la volatilidad de los mercados, los caprichos de los consumidores, las prácticas comerciales desleales y la competencia de la gran agricultura son sólo algunos de los muchos factores que crean una inestabilidad constante. Añádase el reto de las pautas meteorológicas erráticas y los cambios impredecibles del clima. Luego agregue las ansiedades que surgen de las incertidumbres creadas por la pandemia.
En las últimas dos semanas, he hablado dos veces con Alex Flores, el director general de Aprainores. El tono de las dos conversaciones no podría haber sido más diferente, y así ilustran claramente la incertidumbre a la que se enfrentan diariamente los pequeños productores y sus organizaciones, ya sea una pandemia o no.
Los anacardos de los pequeños productores proporcionan trabajos críticos
Situados en la zona costera meridional de El Salvador, la mayoría de los miembros de Aprainores viven a lo largo de las orillas del río Lempa y en una isla de éste. La Isla de Montecristo es una reserva natural y un estuario protegido; en ella viven unas 20 familias que se dedican a la pesca y la agricultura de subsistencia. Los anacardos son su principal fuente de ingresos, que en su mayoría se venden a compradores de comercio justo en los Estados Unidos y Francia.
A pesar de los muchos desafíos, Aprainores se ha ganado una reputación mundial: tanto por tener algunos de los anacardos de mayor calidad del mercado como por la determinación y el compromiso de sus miembros y personal. Reconocida por el Gobierno salvadoreño como una de las principales cooperativas de anacardos del país, Aprainores también desempeña un papel fundamental en la economía local. Las ventas de anacardo proporcionan ingresos substanciales a los agricultores, y la planta de procesamiento ofrece la única fuente de empleo en la región; proporcionando puestos de trabajo a 70 residentes cercanos.
En los últimos años, el cambio climático y los impredecibles patrones climáticos han creado nuevos desafíos. Un año, una inusual tormenta de viento de tres días arrasó la región justo cuando los árboles de anacardo estaban floreciendo. Los vientos arrancaron las flores de los árboles, reduciendo su cosecha anual en un 40 por ciento. En los años siguientes, sufrieron una grave sequía durante la estación de lluvias y fuertes lluvias durante la estación seca. Las lluvias provocaron el desbordamiento del río Lempa, destruyendo explotaciones, cultivos y hogares, matando el ganado y dañando la planta de procesamiento. En 2016, una tormenta particularmente salvaje hizo que las olas del océano se elevaran hasta las explotaciones. El agua salada destruyó 50 acres de árboles de anacardo y el suelo, haciendo imposible la replantación.
Miembros de Aprainores
La época de cosecha trae incertidumbre
El 2 de abril, me reuní con Alex. Él estaba terminando una reunión con su personal y miembros de la junta. Era la primera vez que él venía a la oficina en dos semanas, pero hizo el viaje de 2 horas y media porque necesitaba tomar decisiones. ¿Cómo iban a encargarse de la cosecha, que apenas estaba empezando? ¿De dónde sacarían dinero para prestar a los productores como lo hacen cada año al comienzo de la cosecha? ¿Cómo podrían mantener el distanciamiento social y seguir operando las plantas de procesamiento para poder exportar los anacardos?
El país ha estado confinado desde el 11 de marzo. «Pero, tengo una carta del gobierno dándome permiso para estar en las carreteras», me dijo Alex. «Los que trabajan en la agricultura, gasolineras, supermercados, etc. tienen permiso para trabajar. Pero la policía está fuera; hay muchos puestos de control, y ya no es fácil moverse.»
«La situación aquí es muy mala. Estamos empezando a oír hablar de los casos de COVID-19 en Jiquilisco (una ciudad cercana). En este momento, hay 43 casos reportados en el país. Pero el gobierno dice que la próxima semana, las cosas llegarán a su punto máximo. Las cosas están muy caóticas y la gente está asustada. Nuestro sistema médico es tan vulnerable que hay mucho miedo. La gente está obedeciendo la cuarentena porque saben que, si se enferman, van a tener problemas».
La cuarentena complica el flujo de efectivo
«La cosecha acaba de empezar y los agricultores necesitan dinero para llevarla a cabo, pero no tenemos dinero para prestarles. La única forma de darles un adelanto es que firmemos contratos con los compradores. Y los compradores están en tal estado de caos que no están dispuestos a discutir los contratos.”
Típicamente, Aprainores firma contratos con sus compradores de comercio justo mucho antes de que la cosecha comience en marzo. El contrato establece un precio y le da a la cooperativa lo que necesita para obtener una financiación crítica antes de la cosecha. Esta financiación proporciona el dinero que Aprainores presta a sus miembros para que puedan llegar a fin de mes hasta que se envíen los anacardos y los compradores envíen el dinero en su totalidad.
«Necesitamos dinero. La situación está muy apretada; el trabajo está atrasado. La cosecha acababa de empezar cuando el gobierno anunció la primera cuarentena de 14 días. [La cuarentena se extiende ahora hasta el 30 de abril.] Los agricultores tienen miedo de cosechar. No pueden contratar a gente para que les ayude en las granjas. No sabemos cómo podemos abrir la planta de procesamiento y mantener el distanciamiento social.»
«Más importante aún, aún no estamos seguros de si tendremos un mercado para nuestros anacardos este año. Nuestros compradores también están sintiendo el impacto de la pandemia y están muy concentrados en sus propias operaciones».
La financiación del comercio justo marca la diferencia
Dos semanas después, Alex estaba de un humor mucho más ligero. Uno de sus compradores de comercio justo había llegado con un contrato y la institución financiera ya había podido enviar un anticipo. Alex se dirigía de nuevo a la cooperativa el lunes e iban a empezar la cosecha. «Nuestro principal objetivo será mantenernos seguros, pero recoger la mayor cantidad de anacardos posible. Empezaremos en la isla donde es más seguro porque no se ha permitido entrar o salir a nadie, y los llevaremos a nuestro almacén en tierra firme.»
«Nuestra intención es seguir las directrices del gobierno lo más estrechamente posible. Tecoluca (la capital de San Vicente, donde se encuentra su planta de procesamiento) acaba de reportar su primer caso de COVID-19 ayer, por lo que queremos ser muy cuidadosos y trabajar muy rápido. No abriremos la planta porque no hay forma de trabajar manteniendo el distanciamiento social; pero podemos guardar los anacardos en el almacén y esperar que para julio la situación haya cambiado.”
«Una vez que hayamos sacado todos los anacardos de la isla, empezaremos a recoger anacardos de los productores restantes. Estamos pensando en alquilar una casa para que uno por uno, los productores puedan traer sus propios anacardos para almacenarlos. Entonces podremos ir a la casa y recogerlos».
«Necesitan dinero para comprar lo básico»
«Realmente no tenemos otra opción. Los productores no pueden pasar otro mes sin ningún ingreso. Nadie viene a comprar sus mangos; no pueden llevar su ganado al mercado. Es muy difícil para ellos vender sus cosechas; nadie quiere salir de sus casas. Y, sin embargo, necesitan dinero para comprar lo básico: maíz, frijoles, algo de azúcar y aceite de cocina».
«Así que este contrato que firmamos con nuestro comprador llegó justo a tiempo. Podemos empezar a dar pequeños préstamos a cada miembro. ¡Tendremos que cuidarnos de no ser tan amigables como siempre! Vamos a ser muy comerciales, muy rápidos, venir, tomar sus castañas de cajú, pagarles y marcharnos.»
«Era crítico para nosotros mostrar a los productores que la cooperativa está funcionando; que nos ocuparemos de ellos. Esto ayudará a mantener su confianza. Porque si no trabajamos ahora; cuando esta crisis termine, con suerte en un par de meses, no tendremos nada para el año. La cosecha es ahora y tenemos que recogerla.”
«Y aunque no podamos procesar hasta el otoño, nuestro comprador y el prestamista son parte del sistema de comercio justo y entienden nuestra situación. Si se tarda hasta diciembre o enero para enviar sus anacardos; nos conocen, confían en nosotros y trabajamos bien juntos. Estará bien».
Juntos somos más fuertes: Un enfoque cooperativo para COVID-19
«Esto muestra de nuevo, la importancia de ser una cooperativa. Los agricultores no organizados van a tener un momento muy difícil en este momento. La gente tiene miedo de dejar sus casas. Incluso las cooperativas que no están bien organizadas pueden no sobrevivir a este momento. Nuestro trabajo en este momento es comunicarnos bien con todos nuestros miembros, asegurarles que podemos hacerlo y animar a todos a tener paciencia. Así es como llegaremos al otro lado».
Le dije que me sentía aliviado al oírle sonar optimista de nuevo.
«Sí, así es como las cosas cambian de una semana a otra. Tendremos que prestar mucha atención a la higiene. Llevaremos máscaras y nos cambiaremos los guantes después de cada recogida de anacardos. Tomaremos todas las precauciones posibles. La idea es mantenernos sanos para superar este desafío. La última vez que hablamos, no sabía cómo salir de este rincón. Ahora, tengo una visión muy clara de cómo avanzar. “